Sin lugar a duda, la córnea es una de las estructuras más especializadas de la superficie corporal. Sus principales funciones son la de permitir la transmisión y refracción de la luz, contener la presión intraocular y proporcionar una interfaz de protección con el medio ambiente.
Es la estructura más externa y frontal del globo ocular, y junto con los párpados y el sistema lagrimal, la conjuntiva bulbar y tarsal, los fórnix conjuntivales, el limbo, y película lagrimal conforma la superficie ocular (SO). Todas estas estructuras permiten proteger al ojo de agresiones externas y mantener la transparencia e integridad de la superficie corneal y del medio intraocular.
La córnea tiene una superficie de 123 milímetros cuadros y posee un espesor de 520 - 560 micras a nivel central y de 700 a 800 en la periferia.
Una de las principales características de la córnea es su transparencia, condición indispensable para permitir el paso de la luz. Para mantener esta transparencia la córnea es avascular, es decir, carece de vasos sanguíneos por lo que la mayor parte de los nutrientes (carbohidratos, vitaminas, aminoácidos) y otros sustratos son entregados a través del endotelio (capa mas interna), de las arcadas vasculares que se ubican alrededor de ella en el limbo o disueltos en la película lagrimal.
Desde su superficie externa a la interna la córnea consta de 6 capas:
Aunque carece de vasos sanguineos, la córnea es uno de los tejidos periféricos más ricamente inervados, lo que justifica su elevado nivel del sensibilidad en los diversos procesos que la afectan.
Otro aspecto importante es que la córnea proporciona aproximadamente 43 dioptrías ópticas, lo que representa 2/3 de la capacidad refractiva total del ojo (58,6 DO). Esto significa, que la córnea propociona el 70% del poder refractivo del ojo, para que una imagen se forme nítidamente sobre la retina. Esta situación, asociado a su capacidad regenerativa y a los avances tecnológicos hacen de la córna, el blanco de variados procediminetos quirúrgicos que en la actualidad se realizan para el tratamiento de los defectos refractivos como la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo y la presbicia. (Véase seccion de defectos refractivos) Otro aspecto importante es que las lentes de contacto para la corrección de defectos refractivos se sitúan principalmente sobre la córnea, y dado que la sensibilidad varía entre las personas algunos pacientes apenas muestran incomodidad con su uso contacto, mientras que otros simplemente no las toleran.